miércoles, 25 de marzo de 2009

L


Pereció la historia
del pájaro herido ,
sacado a golpes fuera de la sombra,
fue arrojado al frío del olvido.
Hoy me siento en la parte de esa sombra
que vive en las penumbras,
y junto los pedazos rotos
que han quedado en el piso,
y mirando esas figuras
ya no reconozco esos fantasmas.
Y es que vivieron bastante furia
y demasiada soledad,
que fueron mutando dejando de ser
imágenes transparentes
para convertirse en espectros pálidos,
llenos de lamentos ahogados en silencio.
Y no, los sigo mirando y no los reconozco,
así que termino de limpiar lo que quedó en el piso,
quito el polvo añejo y prendo la luz,
pensando que quizás fue el lápiz del destino
que así lo escribió desde el principio,
para que en este preciso momento,
sean arrojados por última vez,
el resto que ha quedado de esos espectros
al abismo hambriento del olvido.