LXXXV

Aún me aturde la confusa alegría,
de retener risas hipócritas
porque se supone que existan,
en dónde está escrito que de mí te olvides
y que dejes mi recuerdo hundido en un rincón?
Aturde tu disimulada alegría,
que se levanta entre tanta tristeza muda...

LXXXIV

Debajo de la piel
llevo puesto un vestido 
de polvo de estrellas,
de sueños esquivos,
suspiros guardados,
cubiertos de un cielo
de nubes turquesa.

Debajo de mi piel
llevo guardada
la llave secreta
del cofre de mis días,
que marca el sendero
del camino a donde
irá a parar mi vida.

Debajo de esta piel,
escondo fantasmas
testigos mudos
de mis fantasías,
guardianes celosos
que esperan entregar mi infinito
a quien lo merezca algún día.

LXXXIII

Me dijiste adiós una noche fría
en la que el silencio me robó tu amor,
y quedé aquí con las manos vacías,
faltan tus brazos que me protejan del dolor.

En el desamor del presente
que rompió mis sueños de papel,
se ha secado la risa amada
por siempre cerrada tu boca de miel.

Y escapa el corazón desesperado
tratando de retener nuestro ayer,
la vida que queda en desesperanza,
se niega a continuar sin tu querer.

LXXXII

Te abandoné en la penumbra.
Ahogado en el secreto oscuro de mis días.
Nunca vuelvas a turbar mi respiro.
Nunca me quites de nuevo el aliento.
Piérdete, desaparece en el cielo infinito de un te quiero,
déjame sola, no me sigas más sediento de consuelo.
Olvida el tiempo en que creíste ser mi dueño,
espera un incierto quizás a lo lejos,
Abandonado en el lugar que te depara
un abismo sin consuelo en el mañana.

LXXXI

Alma mía que vas huyendo de tí misma,
que buscas en el infinito de la oscuridad?
Si no encuentras en tí la alegría,
en ninguna otra la has de hallar.
Todavía en la tierra y el cielo,
sobran sueños perfumados por conquistar!
Libérate del sinsabor del pasado,
y avanza confiada hacia tu libertad!

LXXX

Es... un por siempre eterno
hecho promesa en tu mirada..

Es... una caricia cómplice
que magnifica la alborada..

Es... nacer de nuevo
a la brisa deseada..

Es... es pasión encendida
que se disfraza de calma..

LXXIX

Necesito tiempo
para borrar tus pensamientos,
que han quedado aprisionados
en medio de mi pecho.

Necesito de silencio
para olvidarme de tu risa,
para poner un abismo profundo
entre ella y mi dicha.

Necesito camino
para olvidar andar el tuyo,
y que tus huellas se me pierdan
en los pedazos que reconstruyo.

LXXVIII

Después de toda el agua
que derramó la tormenta,
que desbordó el corazón
con turbia tristeza,
hundiendo los sueños
rotos de grandeza,
escalera de cristal,
devuelta en pedazos
no dejan alcanzar
la añorada estrella.
Mi voz desnuda atormenta
esta noche
en solitaria agonía,
al silencio reclama
a qué lugar
corrieron a esconderse
los latidos de tu alma furtiva...

LXXVII

No tengo mucho que ofrecerte
para que estés conmigo;
Pero puedo un puñado de besos
regalártelos para el camino;
Puedo traer para tí
un abrazo largo y eterno
para que te dé cobijo;
Y no pases frío cuando
la luna se esconda
del silencio repentino.
Puedo entretejer de mil colores
tus sueños en hilos de plata;
para que los cuelgues del espejo,
y se reflejen en tus ojos
el infinito eterno de un segundo
en el que buscas su mirada.

LXXVI

Suele pasar que algunas veces,
se esconden de la luz tus recuerdos,
tratando de permanecen ilesos,
lejos del tiempo destructor de cuentos.
Algunas veces vuelven los olores del ayer
a intoxicar el aire del presente,
fantasmas testarudos
se niegan a aceptar que su tiempo
en esta tierra está ausente.
Y también, aunque no siempre,
yo misma soy cómplice de ellos,
pues prefiero engañarme en sus sombras
que enfrentar mi realidad sin tenerte.

LXXV

Voy guardando en tu silencio,
las entrelíneas escondidas de mi voz,
escape furtivo de mi sombra,
que encuentra su condena en el dolor.

Voy copiando reflejos,
de la realidad cautiva entre los dos,
la síntesis de esta historia,
que huye esquiva del temor.

Voy llenando vacíos,
con el tiempo suspendido
buscando alcanzar
el préstamo sin garantía del corazón.

Voy llegando al terminar,
a la última página del olvido,
y encuentro escrito en él,
el secreto guardado en nuestro error.

LXXIV

Algún día encontrarás la palabra,
perdida tantos años furtiva,
herida por el correr del viento,
aquella ahogada en el silencio,
tu esencia oprimida desde el instante
en que el valor se escondió
en el anochecer del tiempo.
Encontrarás la estrella añorada
que marque el camino de tu existencia,
y guíe tus pasos de eterno errante,
hacia el eterno azul infinito
desde donde nacen los milagros
que en un principio te habías prometido.

LXXIII

Florece nuestro amor
al caer el sol
en la noche eterna,
cuando ya no hacen falta
manos para tocarse,
y los susurros sobran esta noche
que llegó para quedarse...

LXXII

Necesito reinventar la sonrisa
que ha quedado en un rincón del olvido,
aquella que iluminaba el camino
al cruzarse fugaz con tus labios,
que guardaba el silencio de un te quiero
encendido entre tus brazos.

Necesito reencontrar la luz
que se ha ido tras tus pasos fugitivos,
añoranza de momentos compartidos,
buscando aún en los ojos ajenos del vacío,
tantas tardes que arrullaban
nuestro dulce cariño prometido...

LXXI

Tu ausencia es el silencio que carcome
el instante inmutable del tiempo,
aquí donde tu sombra se confunde con la mía,
quedan todavía los restos de la aurora
que alguna vez iluminó nuestra historia.

En aquel nuestro lugar siguen
nuestros besos escondidos ya sin dueño,
sus sabores ya gastados por el orgullo amargo,
no amanece más el alba para ellos,
todo ha quedado inerte convertido en recuerdo.