martes, 23 de enero de 2018

LXXXIX

Te escucho llegar.
Plasmando tus pasos
en mi respiración entrecortada,
tantas lunas esperando
ahogada en silencio,
sin poder gritar libre
las ganas que consumen
querer hundirme en tu pecho.
Llévame contigo allá
donde nadie nos encuentre,
donde seamos en secreto
el grito de uno sólo con el cielo.
Que las estrellas nos escondan
y guarden nuestro secreto eterno,
siempre serás mío:
aunque la ironía  juegue en contra
de nuestro perverso tiempo.