viernes, 14 de junio de 2002

XXXV

Esta es mi despedida...
Me costó guardar el libro
que narraba nuestra vida.
Aún lastima cerrar los ojos
y aceptar sin rencores tu partida.
Todavía no imagino
vivir en paz sin el alimento
de tus besos,
o el calor de tu mirada
que ya no compartirá mis sueños.
Me duele...
me cuesta casi la vida
escribir estas líneas,
pues nunca imaginé siquiera
seguir mi sendero sola
sin tu compañía.
Esta es mi despedida...
y con lágrimas en el alma
y el corazón en la mano
te digo adiós,
y te deseo toda la fortuna y la alegría;
porque te quise desde siempre Durero... mi vida.

lunes, 10 de junio de 2002

XXXIV

Elevé tantos suspiros al cielo
implorando por tu amor y el mío,
que tal vez me escucharon
en medio de este inmenso vacío.

Me he dormido noche tras noche
deseando amor entre tus brazos,
que quizás nuestros ángeles
de mí dolor apiadados
me llevaron en sueños a tu lado.

Quizás en realidad es así,
pero es tanto el miedo de sentirte ausente,
que me paraliza la respiración y el alma
y casi sin querer... te pierdo en el presente.

sábado, 8 de junio de 2002

XXXIII

Que quedó de tu amor no lo sé,
porque para resguardarme del frío
mi corazón quemó
casi todos tus recuerdos.
Tu rostro se fue primero,
después tus manos,
después tu pelo;
y siguiendo
el sonido de tu risa
se consumieron uno a uno
todos tus besos.

Ya no sé
que quedó de tu amor,
porque he tenido tanto frío,
que para no enfermar
tuve que quemar
también tus sueños.

De a poquito tus abrazos
se quemaron en el fuego,
y tus cartas me duraron
una noche lluviosa de invierno.

Al último me quedó la esperanza
que regreses y me lo repongas
todo de nuevo,
pero hace tanto frío
y corre tan lento el tiempo;
que ahora también la estoy usando
para no morir en el intento.