lunes, 10 de junio de 2002

XXXIV

Elevé tantos suspiros al cielo
implorando por tu amor y el mío,
que tal vez me escucharon
en medio de este inmenso vacío.

Me he dormido noche tras noche
deseando amor entre tus brazos,
que quizás nuestros ángeles
de mí dolor apiadados
me llevaron en sueños a tu lado.

Quizás en realidad es así,
pero es tanto el miedo de sentirte ausente,
que me paraliza la respiración y el alma
y casi sin querer... te pierdo en el presente.

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