domingo, 25 de octubre de 2009

LXIII


Hacía mucho tiempo
ya no sabía nada de tí.
Y tú de mí tampoco sabías nada.
Pero esa noche de abril
al cruzarse de nuevo
nuestras miradas,
tuvimos la certeza
de haber encontrado al fin
lo que por tantos
años perseguimos en vano.
Y fue en ese segundo
que se hizo la luz
en medio de las sombras.
Así sin pedir permiso,
el amor se mudó para vivir
en medio del pecho,
quiénes somos nosotros
más que simples mortales,
para cuestionarle sus designios,
ya nadie puede ignorar la realidad
de lo que nos ha regalado el destino.