martes, 8 de abril de 1997

IX

Un soplo de vida
fue este ensueño,
un halo de luz
que destelló un momento,
ráfaga fugaz de brisa fresca,
un suspiro; un encuentro.

Lanzando al vacío
todo aquello
por lo que he luchado,
quedan blancas mi manos,
casi pálidas; sin encanto.

Y en el oscuro rincón
tu recuerdo,
casi añejo tu reflejo,
perdurable en el viento,
inmutable e inalcanzable
a través del tiempo.

Corre el temor,
se esconde bajo
esta dulce tristeza
insoportable en su ausencia
e indiferente en su clamor.

Y en el viejo desván
de las sonrisas
cristalina y pura
cual prisma natural,
en un mudo letargo
bajo sombras pausadas
reposa inquieta
aquella frase fatal.