sábado, 22 de octubre de 2011

LXXXII

Te abandoné en la penumbra.
Ahogado en el secreto oscuro de mis días.
Nunca vuelvas a turbar mi respiro.
Nunca me quites de nuevo el aliento.
Piérdete, desaparece en el cielo infinito de un te quiero,
déjame sola, no me sigas más sediento de consuelo.
Olvida el tiempo en que creíste ser mi dueño,
espera un incierto quizás a lo lejos,
Abandonado en el lugar que te depara
un abismo sin consuelo en el mañana.

No hay comentarios: