domingo, 23 de octubre de 2011

LXXXIII

Me dijiste adiós una noche fría
en la que el silencio me robó tu amor,
y quedé aquí con las manos vacías,
faltan tus brazos que me protejan del dolor.

En el desamor del presente
que rompió mis sueños de papel,
se ha secado la risa amada
por siempre cerrada tu boca de miel.

Y escapa el corazón desesperado
tratando de retener nuestro ayer,
la vida que queda en desesperanza,
se niega a continuar sin tu querer.

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