domingo, 5 de mayo de 2002

XXIX

No logro olvidar el brillo
que tuvo tu risa en mí,
y la brisa fresca
que entró por la ventana
la primera vez que te vi.

No consigo vencer
la eterna sensación
que dejaron tus labios en los míos,
porque fue la verdad suprema
que desde tiempos lejanos
voy arrastrando conmigo.

Ahora que te has ido
quedó el amor en un rincón
lamentándose tu olvido,
resguardando el recuerdo
de tantos sueños mágicos caídos.

Y después de este tiempo,
sigue el silencio
imprimiendo tu nombre
con letras de fuego,
recordándome a cada paso
que en aquel rincón;
el amor te sigue esperando.

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