martes, 22 de septiembre de 2009

LXI

Ya nosé si fui sabia, loca o prudente;
solo sé que en aquel momento
toda la gente alrededor desvaneció
en el momento que renació mi corazón.
Y si acaso ese sentimiento
me mantuvo desvelada en el intento;
le dió nueva razón de ser
a mi vida con el tiempo.

Una noche clara de verano,
llegó, al fin, risueño;
su cabeza en mi pecho,
sus labios en mis besos,
sellando el renacer
de una nueva historia
que nos regala
la promesa de lo eterno.

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