miércoles, 15 de noviembre de 2000

XXVII

Mi vida inquieta y alocada,
dando vueltas sin pausa
me arrastró al rincón
más profundo y oscuro del alma,
me arrojó al abismo sin fin
e incógnitas sin ninguna causa,
y arrebató mis sueños de luna eterna
bajo un mar de lágrimas secretas.

Luego vino el silencio,
y trajo consigo la soledad que añoraba,
encontré mi luna y mil y un causas,
y dejé de vagas en círculos
y las lágrimas llovieron
pétalos en reflejo.

Volvió la esencia,
razón primera y final
de esta pequeña existencia,
y en la quietud infinita
de un abrazo eterno
descubrí el secreto...
te encontré.

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