martes, 31 de octubre de 2000

XXV

Bajo un cielo azul pálido te vi,
y en silencio me fui acercando.
El silencio cómplice nos unió,
y no fue más que un grito ahogado
escondido entre sombras esperando asaltarnos.
Y mientras tanto, el tiempo va añejando
un beso guardado en el armario.
Y el silencio sigue,
tan elocuente y penetrante
como si ya nos hubiésemos dicho todo,
porque sabes;
cuando mi voz se apaga
y el alma se eleva en el horizonte,
te revela profundos secretos
en medio e la noche.

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