jueves, 21 de marzo de 1996

IV

La mirada más hermosa
sólo tú la puedes dar,
la más dulce y profunda,
reflejo sereno del mar.

En tus pupilas arden seguras
dos estelas sin igual,
que me inducen a la amargura;
no sé si las podría conquistar.

Y la sonrisa luminosa,
pinceladas del reino celestial,
esconde envuelto en jazmines
un secreto colosal.

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